V

Me entierro en nuestra calma, mis terrarios,
relajo mis espaldas de los pesos
y encuentro toda paz en los excesos
de amarte de la boca a los ovarios.
Y broto de mis ojos, tras el Larios,
borracho hasta la médula y los sesos.
La vida puta ahoga hasta tus besos.
Te busco entre mis versos temerarios...
Te encuentro acariciando mi cabeza
mientras duermo y escribes mi proeza;
mientras te amo y me vuelvo tuyo todo.
Renazco de tu verbo inextinguible
como fénix ardido, invencible;
renazco recompuesto desde el lodo.

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