VI

I

El poema crece asqueroso y viscoso;
se clava en mis entrañas dulces;
las desgarra.

Y brota la tinta madre
para encontrarse con la tierra muerta.
Nace el riachuelo nítido
en las fuentes de tu sonrisa.

II

Afilo los nervios retráctiles
en mis sienes,
encontrando mi rostro desfigurado
en tu vagina protectora.

La lluvia me sana hasta la alma
y en el parpadeo del Rayo
me abandono al fuego íntimo de tu voz.

III

Mis labios borrosos encuentran los tuyos
en el torrente de mi lengua.

Me sumerjo hasta la raíz
y me hundo en mi corazón eléctrico.

Chapoteo en los instantes
y me salpican los zapatos sucios
y me mancho de ti;
de tu timbre y tu sabor.

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