I
I Traigo un insomnio a cuestas esta noche extraña de caricias y llena de sonidos mansos; una tristeza incontestable en las entrañas y el rastro de tu piel sobre la mía. Necesito tu regazo para soportar el óxido irreductible de mis demonios; sacarle el jugo a mi poesía... Ahora que solo existo por tus versos. II El tiempo pasa lento frente a mis ojos, que me pesan y me hunden en el colchón. Me paseo por este mundo; lleno de puentes inacabados y botellas de licor vacías; Preguntándome cuántos metros más se alejara la otra orilla del abismo antes de que saltemos; si el resto de parejas habrán caído... III Tu piel es un océano de tentaciones... Hubiera sido un europeo más sin ti, -un pijo, sin haber leído a Marx- me cosiste a un continente -un fin- y te debo las estaciones. Te disolviste en mi sangre; Se forjó con tu cobre mi coraza mediterránea. Gracias por dejarme mojar tus hombros; por mojarme de ti el pubis. Hidraté mis poemas con nuestra vida.